Dos universos, una mujer, un hombre, tres ochos
Videodanza, sí. Ese combinado que nos trajo la curiosidad por hacer de la cámara una bailarina más, y de la edición, la coreógrafa final. Imaginamos, junto a Adriana Franco, dos universos. El uno: María Cano recorre la Medellín de hoy y la Medellín de su época. Lo primero gracias a la magia de encarnar un personaje y bailarlo. Lo segundo gracias a la magia de las fotografías que sobreviven de Floro Piedrahita. Vemos ora un cuerpo inerte velado en la calle, ora imágenes de la Flor del Trabajo levantando los brazos alados mientras hipnotiza multitudes, ora un grupo de amigos mirando al lente en rara posición porque están encadenados a un cepo. ¿Esa magia es viajar en el tiempo a un paso de danza? Puede ser.
El otro: los tres ochos son tres mujeres que se entrelazan porque la una existe, porque la otra es necesaria y porque la de más allá se enlaza con las otras dos para que todas sean posibles. No es un trabalenguas. Está escrito así intencionalmente. Es como imaginamos la división del tiempo para trabajar, amar, estudiar, dormir, comer, ser… Ese anuncio que hicieron los movimientos sociales colombianos a lo largo del río Magdalena. La magia del audiovisual es y será sumergirnos como audiencia en el agua, aunque estemos lejos de ella; atravesar la selva, aunque estemos en la montaña; oír las voces colombianas de principios del siglo xx, aunque los cuerpos que las emitían ya no existan.
María Claudia Mejía
- Escuche la voz de la autora: Autora: María Claudia Mejía

Los pasos de María Cano
