Los tres ochos globalizados y mundializados
Juan Camilo Escobar Villegas
Adolfo León Maya Salazar
Un caso emblemático de globalización de un derecho conquistado por las protestas obreras en diferentes partes del mundo es la jornada de trabajo limitada a ocho horas. Este anhelo se va configurando a lo largo del siglo XIX y concretando, tanto en las legislaciones como en las relaciones reales de trabajo en las empresas e industrias, durante las primeras décadas del siglo XX. Esta búsqueda tiene un archivo visual que merece ser revisado y pensado.
Los tres ochos eran una declaración que advertía, a la vez, un tiempo para la libertad individual. Se podía descansar ocho horas o menos y así sería posible ampliar el tiempo del ocio, de la diversión, del amor o de lo que se deseara. Las dieciséis horas pertenecían a cada sujeto, aunque no faltaron los inquisidores que quisieron regular moralmente el tiempo de la libertad.
Es posible confirmar que la lucha por los tres ochos se convirtió en una causa globalizada porque en todos los lugares del globo donde empezó a circular mantenía su estructura principal. En otras palabras, esta lucha popular se globalizó porque circulaba conservando el mismo modelo que se originó en los avances de la revolución industrial a comienzos del siglo XIX. No importaba que se expresara en idiomas diferentes o que fuera defendida por obreros o trabajadores de diversos campos de la economía. En inglés, francés, alemán, español o en otros tantos idiomas en que la fórmula fue dicha, gritada o cantada, mantuvo su división tripartita. No obstante, es posible también decir que este combate por el control del tiempo fue una causa mundializada porque, en medio de los procesos de difusión y apropiación que se hacía de él, se adaptada y se recreaba.
- Escuche la voz de los autores: Autores: Juan Camilo Escobar Villegas – Adolfo León Maya Salazar
Barrancabermeja, c. 1927.
Líderes de las luchas obreras y miembros del Partido Socialista Revolucionario. Sentado: Raúl Eduardo Mahecha; de pie de izquierda a derecha: Floro Piedrahita, Julio Buriticá y Ricardo Elías López. La hoz y el martillo es ahora un símbolo de libertad que garantiza ocho horas de trabajo, ocho de estudio y ocho de descanso.