Jaime Barba Rincón
En el caso concreto de Barrancabermeja, el papel de la Iglesia fue cambiando a lo largo de la historia: encontramos diferentes posturas durante la época de los conflictos entre los trabajadores petroleros y la Tropical Oil Company. La actuación de la Iglesia fue de apoyo a la empresa petrolera, explicable, porque esa empresa había regalado el ladrillo para la construcción del templo del Sagrado Corazón de Jesús. A finales de 1934, había llegado a Barrancabermeja, a prestar sus servicios en la Prefectura Apostólica del río Magdalena, el sacerdote español Miguel Montoya, tildado de carlista por el médico y escritor Gonzalo Buenahora. El sacerdote desde el púlpito insultaba a los dirigentes sindicales y redactaba la Hojita del hogar, donde criticaba y excomulgaba a los trabajadores sindicalistas de la Troco.
Las actividades políticas de protesta y las costumbres religiosas en Barrancabermeja se cruzaban en las calles y en los espacios públicos. Así como había desfiles de huelguistas que coreaban consignas en pro de sus derechos y en contra de las condiciones de trabajo ofrecidas por la petrolera norteamericana, también se seguían realizando celebraciones religiosas como las procesiones del Sagrado Corazón de Jesús. Ambos momentos fueron fotografiados por Floro Piedrahita. En sus fotos se pueden observar algunos aspectos comunes y otros diferentes. La solemnidad es parte de las dos caminatas, la elegancia de los marchantes sobresale en medio del paisaje urbano de la ciudad naciente y se portan símbolos en ambos actos. Pero en el político la gran mayoría de los asistentes luce su sombrero en la cabeza; en cambio, en el momento religioso los sombreros se llevan en la mano, a pesar del sol ardiente que cae sobre las tierras aledañas al río Magdalena y sobre los cuerpos de sus habitantes.
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