
• SALA 1 •
Mis fotografías rescatadas de las llamas o los negativos de mi hija Elizabeth
- Floro Piedrahita tenía sesenta y cinco años la noche que regresó a su casa en 1958 y decidió cortar y quemar su archivo fotográfico. Había bebido aguardiente y ese día, como lo hacía desde 1934, trabajó como optómetra en su óptica Colombo Alemana. Cuenta su hija Elizabeth, presente esa noche fatídica, que Floro cortaba, quemaba y gritaba “godos hijueputas”. Lo hacía con rabia, como saldando una deuda que cargaba en su memoria desde años atrás. No se sabe qué pudo desencadenar esa decisión pirómana ante un archivo que había guardado con esmero desde que regresó a su tierra natal hacia 1932, después de haberse dedicado al oficio y al arte de la fotografía por al menos ocho años. El archivo de Floro llegó a Medellín y estuvo protegido de su deterioro; pasó por varias casas en el Valle de Aburrá, hasta que su autor propietario resolvió ponerle fin.
- Ante las llamas que producían aquellos negativos en acetato, la joven niña Elizabeth Piedrahita Uribe se conmovió y decidió salvar una parte del archivo que portaba la memoria de las luchas obreras en algunos puertos del río rojo. Entre las llamas ardían Barrancabermeja, Puerto Berrío, las orillas del río Magdalena, Puerto Wilches, la Troco, los rostros, los gestos y las voces del obrerismo. Faltaron pocos minutos para que desaparecieran para siempre los ciento sesenta y nueve negativos que hoy se conservan bajo la custodia de los nietos Alonso Benjumea Piedrahita y Liliana Quintero Piedrahita. Pasaron los años y el archivo rescatado del fuego empezó a tener una nueva vida. Floro murió en 1972, y dejó un legado a pesar de sí mismo. Sus hijas Stella y Elizabeth se convirtieron en las guardianas de los negativos sobrevivientes.
- En ellos quedaron registrados momentos y procesos de la instalación de una poderosa petrolera norteamericana en Barrancabermeja y la intensa protesta que instauraron miles de trabajadores en las huelgas de octubre de 1924 y de enero de 1927. Los festivos recibimientos que le hizo una buena parte de la población trabajadora a María Cano en diciembre de 1926 y a finales de 1927 durante sus dos visitas a Barranca también fueron captados por la cámara de Floro Piedrahita. Los años veinte, en medio de la ebullición de reclamos, exigencias, límites, concesiones y tensiones entre dirigentes empresariales, líderes políticos revolucionarios, funcionarios del estado colombiano y trabajadores, quedaron en la memoria visual que guarda el archivo de aquel fotógrafo nacido en Medellín el 12 de febrero de 1893. El oficio de tomar vistas en medio de huelgas y revolucionarios convirtió al joven buscador de aventuras en un “aguerrido soldado de la causa obrera y campesina de Colombia”, según lo expresó uno de los principales periódicos socialistas de los años veinte.
Juan Camilo Escobar Villegas y Adolfo León Maya Salazar
- Escuche la de la voz de los autores: Autores: Juan Camilo Escobar Villegas – Adolfo León Maya Salazar